(Tomado de The Collected Works of Watchman Nee [Las obras recopiladas de Watchman Nee], t. 45, cap. 139 Fecha: 9 de noviembre de 1940; Lugar: Shanghái, China)
Muchas personas prestan atención a las señales del fin de los tiempos. Algunos dicen que la respuesta se encuentra en Mateo 24:4-14. Es verdad que el Señor habló sobre el fin de esta era en este pasaje de la Palabra. Como consecuencia, el enfoque de muchas personas se centra en pueblos que luchan contra pueblos y en naciones que luchan contra naciones. Sin embargo, tenemos que ver que, independientemente del resultado de estas guerras e independientemente de cómo pueblos luchan entre sí y naciones luchan entre sí, sólo hay un resultado: el sufrimiento y la pérdida de los hijos de Dios. En toda guerra hay dos bandos. Hablando en términos espirituales, también hay dos bandos. En un bando están los cristianos, o sea, la iglesia, y en el otro bando están las naciones que se oponen. Éstas se unen para infligir padecimientos a la iglesia de Dios. La cuestión no es cuál nación gane; el punto focal es el pueblo de Dios. En la guerra librada entre Japón y China, el partido que sufre no es ni China ni Japón, sino el pueblo de Dios. En la guerra librada entre Alemania e Inglaterra, el partido que sufre no es Alemania o Inglaterra, sino el pueblo de Dios. Es por esto que el Señor dijo en Mateo 24:9: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las naciones por causa de Mi nombre”. El hombre observa la victoria o derrota de las naciones. Pero desde la perspectiva de Dios, es Su pueblo quien sufre, independientemente de cuál nación gane o pierda.
En la actualidad el mundo es un desorden. Pueblos luchan contra pueblos, y naciones luchan contra naciones. Podemos ver guerra y hambruna por todas partes; éstas son las obras de Satanás. A los ojos del mundo, las naciones luchan entre sí debido al antagonismo. Pero a los ojos de Dios, todas conforman un mismo bando. Antes de la Guerra de Europa (la Primera Guerra Mundial), un hermano inglés escribió: “Una vez que la guerra comience, no sé cuántos cristianos se quedarán atrás”. Un cristiano no puede tener la misma perspectiva que los demás en tiempos de guerra.
Tenemos que ver las manipulaciones de Satanás detrás de todas las guerras. Hablando estrictamente, cuando una nación lucha contra otra, no es cuestión de que dos naciones luchan entre sí, sino de que dos naciones en oposición surgen para hacer tropezar a los cristianos. El resultado final de las guerras no es la caída de Alemania, Inglaterra, China o Japón, sino la caída de los cristianos. La meta de Satanás es hacer tropezar a los cristianos. Un cristiano tiene que darse cuenta del significado espiritual de todas estas cosas cuando estalla una guerra.
El Señor continuó en Mateo 24:13, diciendo que los cristianos deberían perseverar hasta el fin cuando sean aborrecidos en las guerras y tribulaciones. Esto los conducirá a su salvación. Él dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones” (v. 14). Durante una guerra, los hijos de Dios serán perseguidos. Por esta razón hay necesidad de perseverar. Pero al mismo tiempo, tenemos que predicar el evangelio. También tenemos que ser un testimonio entre los gentiles. Incluso si nuestro testimonio no puede extenderse a otras naciones o regiones, al menos puede extenderse a nuestra ciudad. El evangelio del reino debe ser predicado continuamente en toda la tierra habitada antes de que llegue el fin.
Las palabras halladas en Hechos 4:25 son una cita de Salmos 2:1-2, que dice: “¿Por qué se amotinan las naciones, / y los pueblos traman cosas vanas? / Los reyes de la tierra se alzan, / y los príncipes se sientan para consultar unidos, / contra Jehová y contra Su Ungido”. ¿Por qué se amotinan las naciones? ¿Por qué traman? Las naciones se amotinan y traman para que Cristo sea eliminado. Cuando el Señor estaba en la tierra, Herodes y Poncio Pilato atacaron al Cristo ungido de Dios. Aunque el Cristo en la carne ya no está físicamente en la tierra hoy en día, Él está en todos los cristianos. Por ende, el amotinamiento y la maquinación de las naciones van dirigidos contra los cristianos hoy.
Aparentemente el mundo está dividido en alianzas y naciones. Pero esta noche espero que usted no vea a Alemania, Japón, Inglaterra o China. Tiene que ver que usted es un cristiano. A los ojos de Dios, las naciones braman y los pueblos maquinan cosas vanas para atacar a Cristo y al pueblo de Dios. Herodes y Pilato eran enemigos entre sí, pero en lo referente a la crucifixión de Cristo, fueron uno. Los judíos y los gentiles pensaron que habían llegado a ser uno en Pentecostés. Pero Dios dijo que en el momento de la crucifixión de Cristo, tanto los gentiles como los israelitas se habían reunido para oponerse a Cristo y atacar a Su Hijo.
No sé cómo decir esto: no es fácil hablar sobre este tema. Sólo puedo decir que la iglesia en Shanghái debe continuar orando para que el Señor tome control de todas las cosas que están sucediendo y que sucederán en el mundo. Una vez que una guerra comienza, muchas personas pierden sus empleos, los inmuebles se devalúan, el oro está en demanda y los bancos cierran. Los hombres se afanan intercambiando su dinero por bienes e intentan acumularlos. Una vez que una guerra estalla, el partido que sufre es la iglesia. Los cristianos sufrirán pérdida o tropezarán; ellos sufrirán ya sea de forma material o espiritual. Es indiscutible que habrá sufrimiento y pérdida en algunas áreas. En estos días no tenemos tiempo para disfrutar de diversiones; tenemos que orar de manera específica. El Hades tiene únicamente una meta: atribular a los cristianos. El futuro de 1940 y el porvenir son lúgubres. Los cristianos deben tener una perspectiva amplia y ver la razón y meta de esta guerra mundial. Quizás grandes cambios ocurran esta noche y continúen a lo largo de la siguiente primavera. Si tenemos algunas fuerzas, deberíamos enfocarlas en la oración. Debemos pedirle al Señor que tome control de la situación a fin de que los hijos de Dios no tropiecen y a fin de que el evangelio continúe propagándose.